Historia del cemento

El barro, material básico de la cerámica, podría decirse que fue el primer “cemento” por sus características plásticas, por ser moldeable a la forma que el artesano deseara. Además cuando el fuego lo endurece da como resultado un material que, aunque frágil, es aparentemente indestructible, no se corroe como el metal ni se arruina.

Los griegos y los romanos usaron un material aglutinante como la cal hidráulica. Es decir minerales ricos en silicatos y aluminatos de calcio.

Griegos primero y romanos después, usaron cal y cenizas volcánicas para preparar las argamasa de sus construcciones. Esta mezcla reaccionaba lentamente cuando se le agregaba agua.

La sustancia aglomerante de los romanos y casi todas las edificaciones europeas en los primeros 17 siglos de la era cristiana fue muy semejante, aunque la manera de prepararla se fue alterando con el tiempo.

En 1824, el inglés Joseph Aspdin, obtuvo una excelente cal hidráulica sobre la base de una mezcla sintética de cal y arcillas cocidas a alta temperatura Aspdín patentó el procedimiento y el nuevo material, al que llamó cemento
Portland.

En 1824, el hijo de Aspdin obtuvo un cemento de resistencia superior cocido a mayor temperatura. Fue tan bueno que mereció ser utilizado en la construcción del edificio del Parlamento de Londres (1840-1852).

Tal vez Isaac Charles Johson lo industrializó en el sureste de Inglaterra hacia 1850. En 1852, al descubrirse las pro-piedades hidráulicas latentes en los desechos granulados en los altos hornos, se mejoró la fórmula del cemento portland.

La fabricación del cemento se extendió rápidamente por Europa y Estados Unidos, en 1878 se establecieron en Alemania las primeras normas de fabricación.

A partir de este siglo se comenzó a diversificar al probar nuevos componentes, produciéndose cada vez con mayor calidad.

En México, esta industria tiene un alto desarrollo, actualmente exporta a otros países.

Fuente: Manual de autoconstrucción, manos a la obra de IMCYC