Examen físico en un niño con abdomen agudo

En un pequeño con dolor abdominal es fundamental un acucioso examen físico. Este, en ocasiones, es muy difícil de lograr. El niño puede ser aprensivo con los doctores, más aún, con dolor. A la mayor parte de los pequeños les atemoriza el color blanco de los delantales de la enfermera o los médicos. Es necesario entonces, establecer una relación de mutua confianza.

Si el niño se siente temeroso o amenazado por un examen doloroso, disminuye la probabilidad de obtener información confiable. Muchos niños pequeños pueden ser examinados mejor en el regazo de su madre que en una camilla. Las manos heladas y movimientos bruscos al examinar, siempre deben evitarse.

Cuando el niño se relaja o cuando se logra desviar su atención, el examen es más sencillo. Sin embargo, a pesar de múltiples esfuerzos, encontraremos niños en los que un examen abdominal será extremadamente dificultoso. En algunas oportunidades, al permitir que el niño duerma, se logra diferenciar temor y resistencia muscular voluntaria de una verdadera sensibilidad abdominal.

La inspección puede revelar distensión abdominal en algunas oportunidades, peristaltismo visible, en otras. En las niñas es importante la observación genital externa, para evidenciar algún tipo de secreción.

A la auscultación, el funcionamiento intestinal manifestado en timbre, tono e intensidad de los ruidos intestinales constituye un elemento de utilidad para el diagnóstico.

A la palpación los hallazgos relevantes pueden ser:

– Resistencia muscular
– Presencia o no del dolor
– Masa palpable
– Signos de irritación peritoneal (signo del rebote o de Blumberg).

Al ser un procedimiento bastante incómodo para el niño, el tacto rectal debería ser lo último de efectuar en el examen físico. Demás está, insistir en la suavidad y gentileza con que se debe proceder, como también en la utilidad de este procedimiento en el diagnóstico de la apendicitis aguda de ubicación intrapélvica. Ahora, en los casos en que el diagnóstico esté absolutamente claro y la decisión quirúrgica ya tomada, se puede evitar su ejecución.

El examen abdominal en recién nacidos y lactantes pequeños constituye un capítulo aparte. En ocasiones es tan engañoso que se puede estar en presencia de una peritonitis difusa sin encontrarse una sensibilidad importante. En estos niños, otros signos de enfermedad, algunos muy sutiles, como lo son la palidez, el decaimiento, el letargo, la hipotermia, un llene capilar lento, el enrojecimiento o edema de la pared abdominal, deben ser observados y es aquí donde la experiencia y el criterio clínico apoyados por el laboratorio son primordiales.

Fuente: Manual de pediatría por el Dr. Sergio Zúñiga R. la escuela.med.puc.cl