Validación del modelo

Por sí solo, el sentido común difícilmente ofrece un camino científico para validar la construcción de un modelo. Por desgracia, también otras técnicas de validación tienen sus limitaciones.

Por ejemplo, con frecuencia se valida un modelo diciendo que una organización ahorró $X en sus costos u obtuvo $Y en ganancias cuando lo usó como base para sus decisiones. Esto plantea la pregunta de sí el desempeño hubiese mejorado lo mismo (¡yo quizá más!) sin el modelo.

Considerando que, en general, no es posible realizar una experimentación bajo control, un método imperfecto para validar un modelo consiste en usarlo para «predecir la historia«. En efecto, para probar el modelo, se utilizan como entradas datos históricos sobre decisiones, parámetros y resultados obtenidos en una situación similar en una época ya conocida.

A continuación se comparan los dos conjuntos de resultados, los del modelo y los de la historia, y el modelo queda validado si existe similitud entre ellos. Por último, se analiza el modelo y cualquier ventaja adicional en términos de mejores recomendaciones para la toma de decisiones es una evidencia del valor del mismo; desde luego, suponiendo que la validez histórica implica que el modelo también será válido en el futuro.

En el último análisis, usted debe recordar que el desempeño administrativo es evaluado subjetivamente todos los días en condiciones mal definidas de toma de decisiones. Como tecnología de respaldo para las decisiones de esos mismos gerentes, no es razonable atribuir a la construcción de modelos una categoría científica más elevada y casi inalcanzable.

A la postre, la validación de un modelo y la utilidad de su construcción son juicios de valor. Según lo ha demostrado la experiencia, los gerentes que se comprometen y participan activamente en este proceso tienen muy pocas dificultades para realizar tales juicios de valor.

Fuente: Apuntes de Investigación de operaciones de la UNIDEG