Marca de impresor de Aldo Manucio y los grandes tipógrafos del siglo XVIII

En 1545, el impresor francés Claude Garamond crea una fundición y comienza a fundir un tipo más informal que la letra romana trajana, basado en el trazo de la pluma de ave. Se puede hablar de Garamond como el primer tipo romano antiguo. En Francia, durante este siglo XVI y hasta el XVIII, se cimenta una tradición tipográfica muy fuerte y también una tradición caligráfica muy marcada. La evolución de la letra de mano francesa dl siglo XVI se baso, en un principio, en la escritura gótica francesa de mano.

Este estilo, que vino a llamarse Civilité, lo desarrollo Robert Granjon hacia 1.550. Pero la idiosincrasia del pueblo francés congeniaba más con las caligrafías latinas que con las góticas. Así, basándose en la escritura italiana de mano, se desarrollaron tres estilos: Ronde, Batarde Coulée y Batarde Ordinaire, todos ellos más afines al gusto francés. Al empezar el siglo, se diseño, ordenando por Luis XIV, la Romana Real, primer carácter moderno. Este es el presagio de un siglo marcado por el mecenazgo y por el apoyo de los gobernantes e instituciones a la edición y a la composición cuidada.

Se asistía al trabajo de los últimos artesanos anteriores a las grandes innovaciones industriales del siglo XIX, que casi terminan con los procedimientos artesanales del libro. Estos últimos artesanos fueron: Fournier, Didot, Caslon, Baskerville y Bodoni. La aportación del francés Pierre Simon Fournier fue el proponer una unidad de medida estandar a la que llamo «punto». Las innovaciones de Fournier se divulgaron a través de su Manual Tipográfico, donde introduce el sistema de puntos. Firmin Didot, otro francés, desarrolló las innovaciones hechas por Fournier, de cara a unificar Europa mediante un patrón único de medida. Ni Gran Bretaña ni Estados Unidos adoptaron el sistema, pero si basaron el suyo en él.

William Caslon, propietario de una fundición tipográfica en Londres, creó hacia 1720 un estilo de letra genuinamente inglés, que podría definirse como romano antiguo. Este primer tipo creado por Caslon era muy peculiar, pues sus letras vistas aisladamente no parecen que puedan armonizar cuando se componga el texto. El caso de John Baskerville fue el de un hombre que, no contento con desarrollar un tipo que le inmortalizara, se preocupó de mejorar herramientas, tintas y soportes. El tipo Baskerville es un diseño de transición, evolución de los tipos antiguos a los modernos, procurando aunar la legibilidad de los primeros y la limpieza de los segundos.

Gianbattista Bodoni reinterpretó el estilo moderno de Didot y en 1787 presentó su propia versión de letra romana moderna. Bodoni, como Baskerville, era enemigo de la profusión de orlas y ornamentación que distrajera la atención del texto limpio y puro. Bodoni pretendió erigirse en una especie de paladín del buen gusto, entendiendo esto como simetría, clasicismo y sobriedad. Editó tres manuales tipográficos que son el testimonio más extenso de la obra bododiana y el reflejo de toda una generación de artesanos. La belleza de los textos, para Bodoni, reside en la letra.

Esta Belleza se asienta en cuatro virtudes fundamentales: Regularidad, Limpieza, Buen Gusto y Gracia. Regularidad en cuanto que todas las letras deben estar regidas por una especie de norma que genere conformidad sin ambigüedad, variedad sin disonancia. La Limpieza se basa en la atención puesta a la hora de fundir las letras y el control atento del proceso de impresión. El Buen Gusto es aquel que sabe combinar estilos y formas variadas. Y, por último, la Gracia, virtud que se advierte en la desenvoltura del trazo, que ha de parecer espontáneo sin serlo.

Fuente: Introducción a la tipografía de la Universidad de Londres