Unión soviética y la economía

La Perestroika, la versión soviética de la reestructuración de la economía anunciada porMijail Gorbachov en 1988, planteaba la necesidad de terminar gradualmente con la coordinación centralizada de la economía en la Unión Soviética.

Cuando los soviéticos manifestaron su interés por aceptar inversiones extranjeras, empresas europeas, japonesas y estadounidenses respondieron de inmediato.

Así, se formó un consorcio de empresas estadounidenses de primera línea —entre el las Chevron, RJR Nabisco, Eastman Kodak, John.son & Johnson y Archer Daniels Midland— para invertir, en la que fuera la URSS, entre 5 y 10 mil millones de dólares, en un plazo de quince años, por medio de una serie de coinversiones.

McDonald’s ya ha abierto sus puertas en Moscú y Pepsi se ha convertido en bebida consentida de los soviéticos. En conjunto, las más de 700 empresas en participación suman más de 500 millones de dólares.

El desmoronamiento de la Unión Soviética y la salida de Gorbachov de su puesto —acelerada por un fallido golpe de estado en agosto de 1991— han creado bastante incertidumbre en cuanto a las oportunidades para los negocios globales en esa parte del mundo.

Boris Yeltsin, rival de Gorbachov y presidente de la nueva República de Rusia, ha jurado que proseguirá con las reformas democráticas y fomentando una economía libre de mercado.

Los países de Europa Oriental, antes sujetos a la influencia soviética, también prometen oportunidades, y la desaparición del Muro de Berlín se ha convertido en símbolo de grandes avances hacia la democracia.

La reunificación de Alemania ha confirmado que la economía se reestructurará en la que fuera Alemania del Este, y las inversiones realizadas por General Electric y General Motors en Hungría, así como otros proyectos en Polonia tienen a todo el bloque oriental inmerso en la actividad económica.

Un problema que están teniendo muchas empresas que tratan de trabajar en los países que se acaban de abrir radica en los recursos humanos y el personal administrativo.

Además del idioma y las barreras culturales existen otros grandes retos, entre ellos la ausencia de una infraestructura eficiente para los negocios y la comunicación; la falta de empleados con una serie de habilidades; el escaso conocimiento del manejo profesional de los recursos humanos como se entiende en Occidente (pues la mayor parte de las decisiones de contratación eran tomadas por el gobierno) y la dificultad para encontrar gerentes dispuestos a trasladarse a otro país.

Fuente: Apuntes de la materia de administración 2 / Unideg