Definición y objeto de estudio de la economía

La economía se ocupa de los medios materiales de existencia del hombre. Incluso los economistas han reclamado desde hace tiempo la igualación del lado material de la vida con el comportamiento económico, de tal forma que apenas puede sorprender descubrir que los antropólogos los siguen.

En nuestros debates, la vida material ha sido considerada de varias formas. Muchas de las monografías más antiguas simplemente tomaban a la economía como sinónimo de tecnología y recogían cuidadosamente datos tan interesantes como la manera de hacer un trineo o cómo curten las pieles bajo el encabezamiento de “vida económica”.

Este particular uso del término se ha quedado completamente fuera de moda y, sin elaborar un punto que ya ha sido correctamente elaborado por Herskovits, (1952), creo que puede suponerse que pocos de nosotros es probable que sigamos confundiendo la economía con la tecnología: Otros aspectos de la vida material, no obstante, siguen apareciendo con regularidad en nuestras discusiones sobre economía. Todos hablamos de los australianos como poseedores de una “economía cazadora y recolectora”, o de los beduinos como una “economía pastoral”, y muchos de nosotros seguimos hablando de las etapas del desarrollo económico o, por lo menos, de la revolución agrícola como si fuera en primer lugar una “revolución económica”.

Todas estas expresiones implican que la economía equivale al estudio de los modos de subsistencia, una idea no muy alejada de definirla como tecnología. La economía también se ha utilizado, a veces, en un sentido ligeramente más amplio, equivalente a lo que otros han denominado ecología, o bien la forma total en que la cultura se ajusta a su medio ambiente. Ésta puede incluir, no sólo las formas en que se extraen los alimentos del bosque, de las corrientes de agua o del suelo, sino también la forma en que se obtienen las plumas para los tocados ceremoniales o la forma en que el medio ambiente se refleja en la mitología del pueblo.

Estas nociones giran todas alrededor de que la economía es algo relacionado con los bienes materiales, y eso ha causado más confusión entre los antropólogos y economistas que cualquier otra cosa. Es cierto que los propios economistas han definido, a veces, la economía como “el estudio de las causas del bienestar material” o el “estudio de la acción humana relacionada con la consecución y el uso de los requisitos materiales del bienestar”.

No obstante, cuando lo han hecho así, han tenido que definir “material” en un sentido tan amplio que pierde su significado ordinario de artefactos visibles y tangibles, y algunos economistas han sostenido que el hecho de que un bien o un servicio sea o no material no tiene nada que ver con que sea económico.

En un ensayo clásico, que merece ser leído por todos los antropólogos que crean estar interesados en la economía, el economista británico Lionel Robbins devasta esta s definiciones materialistas. Señala que los economistas, normalmente se ocupan de muchos aspectos no materiales de la vida. Por ejemplo: los salarios deben pagar a las personas que hacen tareas materiales y los precios deben aplicarse a los bienes materiales, pero también se asignan con igual firmeza salarios y precios a acontecimientos no materiales.

Los salarios que gana una cantante de ópera y los precios para oír su actuación no tienen nada de material, aunque evidentemente son económicos. La guerra es realmente destructiva de bienes materiales, pero para sostener una guerra con éxito evidentemente se debe economizar. Pero el verdadero meollo del asunto es que debemos repetidamente economizar entre los fines materiales y los no materiales. Debemos hacer repetidas elecciones entre metas, de las que son materiales unas, mientras que otras no lo son.

Debemos decidir si es más importante para nosotros añadir ocio o añadir el dinero extra que podamos ganar trabajando horas extras. ¿Prefiero un coche nuevo o un viaje a Europa? Es absurdo pretender que todas estas metas son “materiales”, por lo menos si se pretende que “material” tenga un significado normal, pero si estas elecciones son elecciones económicas, y lo son sea cual sea el uso convencional que los economistas dispongan para este término.

La economía engloba mucho más que la simple vida material. Es poco acertado calificar algunos de nuestros objetivos de “económicos” y otros de “no económicos” si el acto mismo de elegir es una decisión económica y si debemos ahorrar nuestros medios para satisfacer nuestras necesidades. Robbins señala que, en un determinado sentido también se podría decir que alguno de nuestros objetivos no es finalmente material.

La renta” que se obtiene de un objeto también material debe ser concebido en último extremo como teniendo uso de “inmaterial”. De mi casa, como de mí criado o los servicios de un cantante de ópera, obtengo una renta que perece en el mismo instante de su producción”, como el transporte.

Fuente: Apuntes de Introducción a la Economía de la UNIDEG