Aflatoxinas y micotoxinas en los alimentos de las granjas porcinas

Las micotoxinas son metabolitos secundarios producidos por mohos (hongos microscópicos) que crecen en el forraje. Los mohos (como el Fusarium spp.) pueden crecer en el grano y producir micotoxinas antes de la cosecha. Otros mohos infectan el grano antes de ser cosechados, pero producen micotoxinas mayormente durante el almacenamiento. Los mohos productores de micotoxinas no son siempre visibles, pero el forraje que se vuelve

visiblemente mohoso durante el almacenamiento, es propenso a reducir la productividad. Las recomendaciones de concentraciones máximas de micotoxinas (aflatoxinas) están regulada por la Norma Oficial NOM-188-SSA1-2002.

Hay muchas preguntas clave que deberían ser consideradas cuando uno se enfrenta con opciones como la compra de grano infectado con hongos (a menudo dañado por el clima), o el uso de forraje que se ha vuelto mohoso en el silo. Algunas de estas preguntas son:

– Si las toxinas de hongos (micotoxinas) están presentes en concentraciones suficientes para afectar la salud del cerdo y su rendimiento.

– Si el buen sabor y el contenido nutricional han sido alterados para bien o mal, y la pregunta más importante de todas.

– Si el precio más bajo del grano u otro componente del forraje compensa esos efectos y los riesgos que envuelven.

– Muchos mohos causan solamente un índice de crecimiento apenas reducido o una pobre conversión de los granos y forrajes, pero algunas micotoxinas con efectos más drásticos son las aflatoxinas, las ochratoxinas, el zearalenone, el trichothecenes (deoxynivalenol, nivalenol), las fusomisinas.

– Estas micotoxinas aparecen en regiones y situaciones particulares, por lo que un conocimiento temprano de estas circunstancias reducirá enormemente el riesgo de micotoxicosis.

Existen toda una serie de factores que pueden influenciar la toxicidad de las micotoxinas, factores tales como:

– La especie y raza de los animales.

– La concentración de micotoxina y duración de la contaminación (tiempo que los animales han ingerido el alimento contaminado).

– La nutrición y salud de los animales.

– La edad y el sexo.

– Las infecciones bacteriana, virales o parasitarias.

– Las condiciones ambientales inadecuadas de los animales (temperatura, humedad, ventilación, manejo y otros).

– Los fármacos suministrados.

– La presencia de otras micotoxinas y sinergismos entre ellas.

Fuente: SAGARPA. México