El impacto del comercio justo en los grupos productores

En el año 1999, se realizó el primer estudio de impacto que analizaba la incidencia del Comercio Justo sobre las condiciones de vida en 18 grupos productores de artesanía de América Latina (Perú, Salvador, Guatemala), Asia (India, Filipinas, Bangladesh) y África (Ghana), teniendo en cuenta los siguientes aspectos: ingresos y condiciones de vida, fortalecimiento de capacidades, género y medio ambiente.

La publicación de este estudio confirmó que el Comercio Justo a largo plazo genera un incremento de ingresos, el empoderamiento de los grupos productores y, consecuentemente, una mejora en las condiciones de vida de la comunidad. Asimismo, supuso la toma de conciencia sobre la excesiva dependencia que puede crearse entre los productores y las organizaciones de Comercio Justo, poniéndose un mayor énfasis a partir de entonces en la capacitación y la búsqueda de nuevos clientes fuera de las redes de Comercio Justo. Así es como comienza a tomar mayor relevancia el mercado local, traduciéndose en la creación de tiendas de Comercio Justo en el Sur dirigidas a la población del entorno y al turismo.

En líneas generales se puede afirmar que el elemento del Comercio Justo más valorado por los productores es el empoderamiento, es decir, el fortalecimiento de sus capacidades y de sus estructuras organizativas. Lo que se traduce en la mejora de su autoestima y en mayor capacidad de negociación con otros actores económicos del mercado convencional.

Por su parte, la formación y asistencia técnica recibida, el ingreso suplementario, la mayor participación en las decisiones y la posibilidad de formar parte de un grupo son otros de los aspectos más importantes para los productores del Sur.

Si bien el precio justo pagado por las importadoras de Comercio Justo es otro de los componentes más apreciados, en el área de la artesanía o del textil es particularmente complejo definir un “precio justo”. La manufactura de estos artículos suele ser una actividad complementaria a las tareas del campo y del hogar, por lo que en muchos casos nos enfrentamos a la ausencia de racionalidad en la construcción de los precios, ya sea por falta de datos o por la carencia de formación financiera.

Además, se debe tener en cuenta el papel que juega el mercado, pues los consumidores están dispuestos a pagar un poco más por los productos de Comercio Justo pero no muchísimo más, de manera que en ocasiones el precio de Comercio Justo viene representado por un techo psicológico, o lo que es lo mismo “lo máximo que el mercado está dispuesto a asumir”.

De cualquier manera, los productores evalúan positivamente una relación comercial donde los precios no se basan en la imposición del comprador Comercio Justo es mucho más que un precio justo, dado que se basa en la compleja y estable relación a largo plazo entre contrapartes independientes. Asimismo, muchos estudios subrayan como resultados del Comercio Justo la mejora del nivel educativo, la conservación de las culturas indígenas y el efecto “contagio” hacia productores no integrados en el sistema del Comercio Justo.

El Parlamento Europeo viene a ratificar estas conclusiones y afirma en la citada Resolución “Comercio Justo y Desarrollo” que, aparte del impacto del Comercio Justo en términos comerciales, el referente al empoderamiento de los productores a través de la capacitación y de la asistencia técnica, la seguridad del ingreso y la facilitación de crédito son impactos incluso más significativos.

Fuente: Fundación española para la innovación de la artesanía. Madrid 2003